(Re)abriendo el juego
Hace poco más de un mes publiqué éste texto en Médium. Aunque modesta, mi intención era genuina: intentar volcar allí algunas preguntas y discutibles apreciaciones sobre los aspectos que van moldeando nuestros hábitos y vínculos con los medios de comunicación, especialmente en los escenarios más nuevos. ¿Por qué? Porque muy frecuentemente estoy haciéndome preguntas sobre ello, y pensé que tal vez el acto de abrirlas y compartirlas me devolviera mejores preguntas, esas que casi siempre tienen otros que nunca es uno mismo, y que merecen la construcción de un puente como este.
Pero duró poco. Días después de su publicación mi viejo amigo y socio en Amenaza Roboto, Miguel Ángel Dobrich, me fichó para esta newsletter bajo el sólido argumento de una mirada fija, amenazante e inquisidora que yo entendí de inmediato. Pero además fundamentó que si bien las newsletters no son un mecanismo tan extendido en el sur como en el norte, éstas terminan por generar un vínculo de mayor cercanía, algo mucho menos impersonal y más parecido a lo que yo me proponía inicialmente. Y que además, como cofundador de Amenaza Roboto resultaba vergonzoso que buscara afuera lo que podía encontrar adentro. Así que confié. Y aquí estoy.
¿Qué vas a encontrar acá?
Para empezar preguntas. No solamente por la incuestionable carencia de innumerables respuestas, sino porque me interesan infinitamente más que éstas. Es más, me obsesionan, aún más que las respuestas, las preguntas que aún no soy capaz de hacerme. Me confieso, también, enamorado de la clase particular de preguntas que permanecen ahí exactamente idénticas desde siempre. Las que no pudimos respondernos por aquellos tiempos en que aprendíamos a dominar el fuego y que seguimos sin poder respondernos hoy, pocos días después de lanzar la sonda Parker en su camino a la atmósfera del Sol.
Tengo la joven esperanza de que este canal abra el juego a la posibilidad de que, algunas de esas preguntas, infecten de algún modo y que en esa infección se gesten mejores preguntas, las suyas.
Además de eso conviene que sea honesto respecto de algo: este será un espacio de culto al hiper-linkeo. En el transcurso de cada una de estas newsletters seguramente aproveche para despuntar mi vicio de Link-Jay (no sé si existe tal término, posiblemente sea solo una aberración personal de la que se me podrá disculpar), enlazando con diversos contenidos que encuentre interesantes o afines a cada entrada. Videos, podcast, listas de Spotify, artículos, entrevistas, antiguos archivos digitalizados o cualquier otro tipo de material posible, aparecerán como potenciales pestañas laterales que contextualicen más y mejor cada propósito de pregunta. En fin, una “extended version” multiplataforma de lo que alguna vez Migue Dobrich bautizó como “Salvapalooza”.
Si lo desean, y me lo permiten, llegaré directamente a sus correos con una frecuencia quincenal, que espero que rápidamente se transforme en semanal. Para hacer eso alcanza con dejármelo saber aquí y ahí estaré. Sepan que tengo muchas ganas, no se imaginan cuántas. Tal vez tantas como las que tenía el enorme (y mejor bigote setentoso) de Larry Graham de recibir en la casa de Prince (gran y generoso anfitrión) a Lenny Kravitz para bendecirlo como un hijo artísitico aprobado en ésta ocasión. ¿Bailamos?
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